Theia (o Tea) formaba parte, según la mitología griega, de la poderosa raza de los Titanes, que precedió y engendró a los propios dioses del Olimpo. Era hija de Gaia (la tierra) y Urano (el cielo) y fue madre de Helios (el sol), Eos (la aurora) y Selene (la luna), por lo que los griegos la consideraban una diosa de luz, responsable de otorgar brillo a las piedras y metales preciosos, así como a su propia descendencia. Diosa de la vista, Theia podía apartar la venda que cubre los ojos de los humanos para permitirnos ver la realidad tal cual es, una facultad -devolver la visión a los ciegos- que comparte con el moderno implante que se está desarrollando dentro del proyecto que lleva su nombre, impulsado por el Barcelona Institute of Science and Technology (BIST). Gabriel Silberman, director general del BIST explica la importancia de este proyecto en el que están poniendo todos sus esfuerzos: “La vista es algo muy importante para casi todo, desde el desarrollo intelectual hasta las oportunidades económicas. Si no ves bien tienes un problema muy grave”.
La complejidad del proyecto Theia encaja con las aspiraciones de las instituciones que lo impulsan, ya que el BIST es una iniciativa de los siete mejores centros de investigación de Cataluña (Centre for Genomic Regulation, Institute for Bioengineering of Catalonia, The Institute of Photonic Sciences, Institute of Chemical Research of Catalonia, The Catalan Institute of Nanoscience and Nanotechonology, Institute for High Energy Physics y Institute for Resarch in Biomedicine) cuyo objetivo es colaborar para construir un proyecto científico conjunto. Gracias al punto de vista multidisciplinar que permite la interacción de centros dedicados a campos de la investigación tan diversos, es posible enfrentar proyectos tan ambiciosos como Theia, con el que pretenden devolver la visión a 230 millones de personas en todo el mundo.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud publicados en 2017, existen 253 millones de personas con dispacidad visual en el planeta, 36 de los cuales son completamente ciegos. Aunque la OMS asegura que el 80% de los casos se podrían evitar o curar, la cifra de personas ciegas podría seguir aumentando hasta alcanzar los 115 millones en el año 2050. Hacer algo es, pues, urgente y necesario. En este contexto la propuesta de Theia es una de las más interesantes y revolucionarias. El implante de grafeno que están desarrollando los investigadores del BIST se situará en contacto con la retina para estimular las neuronas gaglionares (responsables de llevar los impulsos al cerebro), a través de una serie de electrodos. En la actualidad los investigadores están probando las prótesis in vitro para asegurar que su funcionamiento sea correcto, pero muy pronto comenzarán a probarlas en cerdos enanos, ya que su ojo es muy similar fisiológicamente al humano.
Aunque los resultados de las investigaciones están resultando alentadores, es probable que hasta dentro de 10 o 15 años este dispositivo no pueda distribuirse comercialmente, pero su potencial es muy grande, ya que el envejecimiento de la población en los países occidentales está provocando un aumento de la degeneración ocular. Proyectos como Theia están llamados precisamente a paliar el sufrimiento que la pérdida de un sentido puede provocar en las personas. Es esta, sin duda, una de las grandes misiones de la ciencia, porque como aseguraba el propio Silberman en una conferencia: “Tenemos la obligación de dar a nuestros científicos las herramientas necesarias para que puedan cambiar el mundo”. A mejor, por supuesto…