Sello de Calidad basado en Grafeno
Fue una de las soluciones expuestas por Graphene Flagship en el último MWC.
La AlianzaEspañola, de reciente constitución, se presenta en sociedad conun código de buenas prácticas y autorregulación para identificar lo que es grafeno de verdad de los que venden humo.
Fue en 2004 cuando Andre Geim y Konstantin Novoselov, profesor y alumno doctorado de la Universidad de Manchester, respectivamente, lograron aislar las primeras muestras de grafeno, a partir de grafito, mediante un proceso de exfoliación mecánica. Fue el germen del boom del grafeno, un material bidimensional transparente, flexible, muy resistente, impermeable, y buen conductor de la electricidad.
Fue, por tanto, el punto de ebullición de una nueva industria a punto de explotar.Todo lo anterior forma parte de la historia bien conocida (hasta Marina Villegas, directora de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Economía,Industria y Competitividad, tira literalmente de Wikipedia para explicar los orígenes del grafeno), explotada mediáticamente hasta la saciedad y que poco a poco comienza a hacerse un hueco en la realidad, a través de un pujante ecosistema industrial basado en estos nuevos materiales.
Y, fruto de ello nace la Alianza Española en Grafeno (SGA, por sus siglas en inglés), presidida por Julio Gómez y presentada en sociedad esta semana en Madrid. Una entidad que ya fue fundada en diciembre del pasado año por parte de apenas ocho organizaciones: Avanzare, Antolín, Graphenea, GPNT, Tecnalia, Airbus, Aimplas, el Instituto de Tecnologías Químicas Emergentes de la Rioja y el CSIC. Esta entidad busca hacer presión política para impulsar la financiación a nuevos proyectos de innovación en materiales grafénicos, promover su uso y democratizar los casos de éxito, al mismo tiempo que se pretende controlar y regular la actividad de los distintos operadores del sector.En ese sentido, los primeros pasos de la Alianza Española en Grafeno han sido la creación de un código de buenas prácticas y autorregulación para este sector, siguiendo los pasos «del mercado del vino».
En palabras de Julio Gómez, «habrá vino de distintas calidades, pero el mosto o el moscatel no es vino. Aquí sucede lo mismo: tenemos que delimitar lo que es material grafénico y lo que no, porque hay gente que vende mosto como si fuera grafeno». Surge así un sello de calidad que busca ser un índice de garantía y fiabilidad para productores y consumidores, conociendo en detalle las especificaciones de cada producto. «Los productores hacemos productos basados en grafeno muy diferentes, por lo que es clave definir unas características técnicas básicas y protocolos de medida para comprobar que cumplan con un código de buenas prácticas con la información mínima a la que se han comprometido los distintos operadores del sector».El evento, del que Carmen Vela, secretaria de Estado de Innovación- decidió ausentarse a última hora, también sirvió para sacar pecho de la contribución española al proyecto europeo Flagship Graphene.
Liderada por Mar García Hernández, coordinadora de Graphenet en el CSIC, esta iniciativa tiene como ambicioso objetivo llevar las tecnologías basadas en grafeno de los laboratorios a la ciudadanía en menos de diez años. «No hablamos de cambiar completamente la electrónica o grandes revoluciones, sino también de pequeñas mejoras marginales en los productos», explicó la investigadora.
Este proyecto, dotado inicialmente con 1.000 millones de euros, ha sufrido notables recortes tanto a escala europea (que apenas ha aportado 400 millones) como nacional(cuyas dotaciones las están realizando en especie) desde 2013; pese a lo cual los científicos siguen trabajando con la misma ilusión del primer día bajo la coordinación de una universidad sueca. España aporta a este proyecto el mayor número de compañías y concentra en torno al 12% de los fondos, en el grupo de cabeza de los que conforman este consorcio al que poco a poco se van sumando más partners industriales.
Una mirada al futuro
Para el año 2023, el proyecto europeo ‘Flagship Roadmap’ estima que el grafeno habrá hecho más rápidas, baratas y flexibles las tecnologías y procesadores; habrá creado sistemas de almacenamiento de energía más eficientes e infraestructuras con cualidades de resistencia y costes hasta ahora nunca vistas.